Cómo congelar habas frescas de la manera correcta

Aquí están, en los puestos del mercado de abril a junio: las habas son las reinas de la primavera y protagonistas de la pobre pero sabrosa cocina de antaño, con su carga de color y nutrientes con muchas ventajas para el organismo.

Esta verdura, al igual que las judías y todas las legumbres, es rica en proteínas: esto la convierte en una alternativa a la carne para variar la dieta sin renunciar a los elementos fundamentales para el bienestar. Entonces, ¿por qué limitar el consumo a unos pocos meses al año? Para disfrutar de este alimento sin limitaciones de tiempo, existen en el mercado habas secas aptas para sopas y guisos.

Sin embargo, para aquellos que no quieren prescindir del intenso color de los frescos y de su suave consistencia, el congelador es la solución perfecta. De hecho, una vez extraídas de la vaina, las habas frescas se pueden conservar congeladas con unas sencillas precauciones para tenerlas siempre listas para su uso.

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El secreto de la frescura

La primera atención fundamental no se refiere tanto a la conservación de los frijoles sino a un aspecto vinculado a la salud. A pesar de las propiedades beneficiosas de este producto de la huerta, hay una categoría de personas con las que hay que tener cuidado: son las que padecen favismo, una enfermedad hereditaria que debe su nombre a la verdura que desencadena una crisis una vez ingerida.

Pero vayamos a limpiar los frijoles para aquellos que puedan y quieran congelarlos. El secreto está en comprobar la frescura de lo que tenemos disponible: de ello dependerá la necesidad, o no, de eliminar una a una la película que recubre las semillas internas.

Una vez abierta la vaina, hay que pelar las judías del interior. Si el apéndice tiene un color negruzco estamos ante un producto que ya ha perdido parte de su frescura y por ello es recomendable retirar la piel que recubre la semilla interna. Para ello, simplemente aplique una ligera presión con los dedos. Sin embargo, si no hay signos de envejecimiento, este paso no es necesario.

Pero cuidado: ante judías más grandes es bueno quitar la membrana protectora, aunque sean absolutamente comestibles, porque podrían quedar duras.

Unos minutos en agua hirviendo o directamente al congelador.

Antes de meter las habas en bolsas o recipientes para guardarlas en el congelador, a mucha gente le gusta blanquearlas durante unos minutos, tal y como se hace con los espárragos. El paso ayuda a preservar el color y el brillo de los granos recién recogidos. Sin embargo, cualquiera que busque un atajo para ahorrar tiempo puede omitir la operación sin correr el riesgo de ver desvanecerse el hermoso color verde brillante que distingue a los frijoles frescos.

Sin embargo, si opta por congelarlos sin escaldar en agua hirviendo, es útil quitar la piel que cubre los frijoles antes de colocarlos en el congelador. De esta forma será mucho más fácil e inmediato utilizar lo que tienes congelado cuando lo necesites. Puedes añadir tus legumbres a la sopa sin tener que descongelarlas primero.

Lo mismo ocurre si quieres ponerlos en la sartén: nada más sacarlos del congelador pueden acabar directamente en el fuego. Unos momentos y el juego termina. A pesar de estar guardadas a baja temperatura, las habas conservarán su ternura y estarán listas para enriquecer tus recetas.

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